LUIS ALONSO DESDE SANTIAGO DE CHILE

En Santiago de Chile, a 21 de Julio de 2009

Son las 9 de la noche, de un Martes frío, gris y lluvioso, típico de la estación invernal que estamos sufriendo quienes vivimos en el hemisferio Sur (aprovecho para desmentir el rumor de que caminamos boca abajo....más bien, quienes caminan de lado son ustedes, los españoles, que nos tienen en su diagonal).

A petición de Norberto, me propongo relatar a todos los compañeros del Grupo de Montaña Monsacro algunas de mis experiencias montañeras en Chile.

Lo primero de todo, recordaros algo que muchos ya sabéis: Chile es un país muy montañoso, debido sobre todo a su proximidad a los Andes (la "cordillera", como le dicen aquí) que sirven como frontera con Argentina a lo largo de más de 4.000 kilómetros. Fruto de ese relieve existe una gran tradición alpinista a ambos lados de la cordillera (el término correcto sería "andinista", ya que alpinista es quien camina por los Alpes): en concreto, en Santiago hay varios grupos de montaña que suelen hacer salidas una vez a la semana por diversas zonas más o menos cercanas a la gran ciudad (en poco más de una hora, es posible plantarse en la base de varios 3miles y 4miles).

Chile está plagado de zonas naturales protegidas, en muchas de las cuales se cobra una entrada (aproximadamente 2.5 euros los nacionales y 4.5 euros los foráneos ---yo ya soy residente y pago la tarifa reducida---). A muchos os parecerá un abuso que se cobre una entrada por visitar un espacio natural que es patrimonio de todos, pero desde mi punto de vista ese dinero está muy bien invertido, porque sirve para costear la señalización de las rutas (muy buena), para imprimir los folletos explicativos que te dan con la entrada, para pagar a los guardaparques que custodian la entrada, etc...Por poner un ejemplo: cada vez que visitas un espacio protegido, debes registrarte en un libro de visitas e informar de la ruta que vas a hacer, porque si no apareces a la hora de cerrar, llaman a los carabineros (la "poli") para iniciar la búsqueda.

Tras varias salidas en plan paseo, conocí un grupo de montaña llamado "Los Malayos", con el que he empezado a salir desde hace varias semanas. Os voy a contar las principales diferencias que noto entre "Los Malayos" y el "Monsacro", que seguro que os interesan:
1) en primer lugar, los desplazamientos se hacen en vehículo particular, lo cual tiene sus ventajas y sus inconvenientes respecto a los desplazamientos en autobús (por ejemplo, con mi jeep puedo llegar "al fin del mundo" ---cosa que un bus no podría hacer---, pero también "dilapido" gasoil que da gusto y las excursiones son de ida y vuelta en lugar de travesías...): en concreto, en el caso de "Los Malayos" no se paga ninguna cuota y existe un listado de gente dispuesta a compartir locomoción, lo cual facilita las cosas en caso de que no dispongas del auto por cualquier cuestión, como me pasó a mí hace unas semanas porque lo tenía en el taller;
2) el alimento se lo tiene que llevar cada uno de su casa: no existe eso de reservar mesa en un restaurante (esto lo veo claramente como una desventaja, porque el pote asturiano no se puede comparar con los sándwiches de gasolinera...);
3) no existe un calendario prefijado de salidas, sino que en el curso de cada semana se anuncia por email la ruta del siguiente domingo, en función de la climatología vigente en cada momento;
4) las fotos se publican en una página web para que todo el mundo tenga acceso a ellas y pueda disfrutarlas.

Os voy a contar ahora brevemente una ascensión que hice con "Los Malayos" hace 15 días: subimos el cerro Bustamante, en las afueras de Santiago dirección a la costa (al estar en invierno, nos movemos por montañas alejadas de la cordillera). La cumbre estaba a 1.850 metros de altitud, y partíamos de 450 metros, así que el desnivel era considerable (1.400 metros). Esta ruta me sirvió para estrenar mi último "juguetito": un altímetro que me regaló mi madre para el día de mi Santo (gracias, mamá!). Salimos hacia las 9 de la mañana, y llegamos a los coches a las 6 de la tarde, por lo que empleamos unas 9 horas en hacer la ruta. El tiempo nos acompañó durante la subida, pero a la hora del almuerzo se torció, y la agradable brisa marina de la mañana se transformó en una gélida corriente que acercó hacia nosotros la niebla desde el oeste.
Os adjunto tres fotos:
1) en la primera me podéis ver empuñando la bandera chilena que encontré en la anticumbre (aquí no existen los nacionalismos del monte Gorbea ni nada que se le parezca);


2) en la segunda podéis ver el brindis cumbrero;


3) en la tercera, una bonita salida del sol por la mañana.


Ahora os voy a relatar mi más reciente aventura: fue el pasado fin de semana, que aquí era puente (se le dice "sándwich") con motivo de la festividad de la Vírgen del Cármen (patrona de Chile). Cogí el coche y me fui a una reserva natural llamada "Altos del Lircay", situada a unas 4h y media de Santiago. Pretendía estrenar mis últimas adquisiciones ---una tienda de campaña Ferrino y un saco Marmot (fotos 4 y 5)---, y qué mejor lugar para ello que el Lircay, de donde tantas maravillas me había hablado el bueno de Joan (bombero catalán que conocí en el cajón del Maipo, compañero de fatigas en el "esotérico" Valle del Elqui y en el volcán viejo de Chillán).


Foto 4


Foto 5

Llegué de noche a mi destino, y como no ví ningún camping abierto, decidí aceptar la hospitalidad de Héctor ---un "hippy" que vivía con su familia a las puertas de la reserva en una rústica casa de madera...la única luz encendida que había a esas horas---, quien me ofreció su "prao" (fotos 6 y 7) para acampar a cambio de una propina, así que allí planté mi campamento base. Tras montar la tienda y cenar una suculenta sopa de sobre preparada en mi camping-gas, me acosté a eso de la medianoche, no sin antes disfrutar de una maravillosa vista de la Vía Láctea (en Chile más "láctea" que en ningún otro sitio, por la nitidez de sus cielos).


Foto 6


Foto 7

A la mañana siguiente, me preparé para la primera ruta ---ascensión al cerro Paine (2.458 metros, partiendo de 1.200m)---, no sin antes escuchar los consejos de Osvaldo, el administrador de la reserva, quien me advirtió de la presencia de nieve en cotas altas. La climatología me acompañó en todo momento, y pude sacar fotos muy buenas (fijáos en la n°8, donde se ve el volcán Descabezado Grande, y en las 8b y 8c), pero me quedé a un palmo de la cumbre por prudencia, ya que los últimos metros hasta la cima eran de vértigo (fotos 9 y 10, a 2.441m). A mi regreso, tomé una foto de la Laguna del Alto y del cruce de caminos con la ruta del Enladrillado (la que iba a hacer el 2° día, foto 11).


Foto 8


Foto 8b


Foto 8c


Foto 9


Foto 10


Foto 11

Tras un sueño reparador en el campamento base (foto 12, puesta de sol), emprendí la ascensión hasta el Enladrillado, no sin antes recoger la tienda porque anunciaban lluvias. El Enladrillado es una formación geológica (algunos dicen que se trata de una pista de aterrizaje para ovnis...) con aspecto de ladrillos colocados por un gigante.....o eso dicen, porque la niebla me impidió alcanzar mi meta: la tormenta se adelantó, y a las 12 del mediodía (tras 3 horas de marcha) la prudencia aconsejaba dar media vuelta (pese a ello, de entra la niebla ví bajar a una pareja ---foto 13--- que había llegado hasta el Enladrillado, pero no habían podido ver nada...). En el camino de regreso conocí a Jimmy, un simpático "gigante" bretón (mide 1.96 el "mozo") que está de intercambio en Chile (su madre le puso ese nombre en honor a Jimmy Hendrix) y fuimos caminando juntos un buen rato. Tuvimos ocasión de charlar con una pandilla de amigos de Santiago (foto 14) que habían venido al Lircay a pasar el fin de semana, contratando para ello los servicios de un arriero de la zona llamado Eladio (Quintín: este arriero no era maragato...), a quien podéis ver en la foto 15 preparando un asado para sus clientes (y no sólo para ellos, ya sabéis que me gusta comer bien, jeje).


Foto 12


Foto 13


Foto 14


Foto 15

Tras despedirnos del arriero y de la pandilla, continuamos nuestra caminata hasta mi coche, y conocimos a Ricardo, un simpático chileno que tenía una casa en el Lircay y que nos ofreció poder disfrutar de otra bonita puesta de sol desde el "prao" de su casa (foto 16) y nos regaló unas nueces de su nogal.
Una vez que dejé a Jimmy en la estación de autobuses de Talca, me dirigí a Molina --- ciudad situada media hora al norte de Talca (es decir, me acerqué a Santiago)---, para buscar un hostal y poder así pasar la noche bajo cuatro paredes sin mojarme.
A la mañana siguiente fui a conocer el Parque Nacional de 7 Tazas, así llamado por unas pozas (siete en total) por donde pasa un río que es la delicia de los kayakistas. Allí caminé por un par de senderos, admirando las siete tazas (foto 17), la cascada del "velo de la novia" (foto 18), el "pozón andino" (foto 19, agua increíblemente transparente) y el "paso de mala cara" (fotos 20 y 21), después de lo cual me comí un par de raciones de "plateada" (sabroso corte de carne, foto 22) en un restaurante de la zona, como paso previo a mi viaje de regreso a casa.


Foto 16


Foto 17


Foto 18


Foto 19


Foto 20


Foto 21


Foto 22

Con esto acabo mi crónica, que espero que os haya gustado y entretenido.

Me despido hasta la próxima!

Luis Alonso

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